Las lenguas indígenas de los llanos orientales

Por: Liz Castro


 

Reseña de: “ORTIZ G. Francisco (1997). “Las Lenguas Indígenas de los Llanos Orientales”. En: CORREA François y PACHÓN Ximena (Coord. Científica y Editorial). Lenguas Amerindias: Condiciones Sociolingüísticas en Colombia. Instituto Caro y Cuervo. Imprenta Patriótica. Bogotá. Pgs 382-442

 

Teniendo en cuenta la reciente publicación de un artículo de la investigadora Hortensia Estrada sobre la lengua sáliba, que mejor que continuar explorando las lenguas indígenas de los Llanos Orientales colombianos. Por esto, el Portal de Lenguas de Colombia presenta una reseña sobre el interesante artículo que el reconocido investigador Francisco Ortiz publicó en el libro de “Lenguas Amerindias: Condiciones Sociolingüísticas de Colombia” sobre las lenguas indígenas habladas en esta zona de la geografía de nuestro país.

Las comunidades indígenas que habitan los Llanos Orientales, al igual que las demás comunidades indígenas de nuestro país, han sido históricamente objeto de agresión física y cultural por parte de la sociedad mayoritaria y han respondido a ella de diversas formas, que oscilan entre la coexistencia y el mestizaje, la migración o actitudes defensivas y hostiles hacia el blanco. Sin embargo, esto ha generado una amplia desigualdad entre los diferentes grupos, ya que mientras los grupos ribereños como los achaguas, sálibas y piapocos constituyen hoy núcleos muy reducidos de población, los sikuani, que han evitado el contacto, han logrado conservar un núcleo de población alto. Igualmente, mientras etnias como los maipures han desaparecido, otras han pervivido pero su cultura ha sufrido una profunda transfiguración, como es el caso de los betoyes, de cuya lengua no quedan casi ni rastros.

En el oriente colombiano, las redes de intercambio económico se articulan con las alianzas matrimoniales y estas a su vez se formulan con relación a agrupaciones definidas lingüísticamente y, en consecuencia, la permanencia, desaparición o transfiguración de las culturas y lenguas vernáculas se deriva de diversos factores como la frecuencia del contacto, el tipo de de actividad económica en el área de contacto, el tipo de cultura y grado de afinidad cultural con la sociedad nacional, y la duración y naturaleza de la intervención estatal, entre otros.

 

Contexto Social y Códigos Lingüísticos

La diversidad ecológica de los Llanos sirvió de base para la especialización económica de los grupos humanos de la región y su complementariedad ecológica. Los productos de las diferentes regiones eran intercambiados en mercados anuales que se realizaban en las playas de tortugas del Orinoco y Guaviare y con ocasión de las visitas de los nómadas a los poblados de los horticultores. En este contexto, la diversidad lingüística de la región nunca fue obstáculo para el desarrollo del comercio intertribal, ya que hasta cierto punto es posible decir que existían lenguas comerciales (francas) o al menos interétnicas (sáliba, achagua, maipure). Si bien uno de los factores que siempre ha facilitado el aprendizaje de otras lenguas es sin duda su afinidad, especialmente en el caso de las lenguas sikuani y cuiba, es a través de las diferencias como se conciben las relaciones entre las diferentes lenguas y etnias indígenas de los Llanos, ya que dentro de la cosmovisión aborigen se da la ecuación lengua oral: lengua nasal: cultura nómada: cultura sedentaria, la cual, por ejemplo, explicaría la relación entre los sikuani y los sáliba.

Otro aspecto que ha caracterizado las relaciones comerciales entre los indígenas de los Llanos es el tratamiento como parientes entre quienes realizan el intercambio, por lo cual son frecuentes los matrimonios interétnicos, principalmente piapoco-sikuani, piapoco-achagua y piapoco-sáliva. Sin embargo, no se presentan alianzas cuiba-sikuani o cuiba-sáliba, lo cual es muestra del estatus social inferior en el que se tiene a la etnia cuiba debido en parte a su nomadismo. En lo referente a estos intercambios, uno de los rasgos característicos es la importancia de la relación yerno-suegro como expresión fundamental del vínculo de alianza, el cual se fundamenta en la retribución en trabajo que el yerno debe al suegro por haber recibido de él su esposa.

Entre los grupos horticultores llaneros, las relaciones de exogamia-endogamia están focalizadas en el segmento social, el cual está siempre caracterizado lingüísticamente, y si bien los segmentos sikuani, piapoco y achagua comparten algunos rasgos, difieren esencialmente en la regla de filiación, ya que mientras los clanes piapoco y achagua son grupos unilineales las bandas sikuani son grupos bilaterales.

En consecuencia, la teoría de los segmentos sociales, en el contexto de poblaciones dispersas como los sikuani o piapoco, suministra una explicación a las diferencias dialectológicas existentes en las lenguas. Los ritos también son un espacio en donde el habla se modifica como un elemento vital del cual depende su efectividad. Por ejemplo, los rezos curativos deben recitarse con cierto ritmo y entonación y la pronunciación se nasaliza o se agudiza según los casos; igualmente, se da el uso de términos especiales propios del ritual, palabras “de antigua”, expresiones metafóricas y palabras en una lengua diferente de la propia, así mismo la narración del mito en sí sigue también una pauta ritualizada. Finalmente, es sumamente claro que la lengua suministra los esquemas cognitivos básicos de cada grupo humano y, por ende, la pérdida del idioma significaría una transfiguración completa de su cultura y visión de mundo.

Entre los cuiba y sikuani, por ejemplo, la percepción y manejo de las categorías espaciales está determinada por un sistema de partículas direccionales que se utilizan para verbalizar todas las acciones que impliquen movimiento. El eje de referencia del sistema lo constituyen los ríos y la dirección en que corren. Toda acción se relaciona con las siguientes direcciones: arriba-abajo (este-oeste), adentro-afuera (río-sabana), centrífugo-centrípeto.

 

Lenguas en Contacto

Como resultado de la antigua integración social a través, principalmente, del comercio, existe un número de términos comunes a las diferentes lenguas de los Llanos relacionados con los nombres de los principales artículos de intercambio como, por ejemplo, perros, sustancias psicotrópicas, curare, cagüí, etc. Un segundo nivel de préstamos lingüísticos se da entre grupos que han producido intercambios en el plano cultural y técnico. El caso más notable es la influencia Arawak entre los guahibo, pero también resultaría interesante estudiar las influencias recíprocas y los préstamos lingüísticos entre achaguas y sálivas quienes, al parecer eran también achagua, si no en lengua por lo menos en costumbres. El mayor número de cognados se presenta entre sikuani y piapoco, lo cual refleja la importancia de las actuales relaciones entre estos dos grupos. Los muchos cognados comunes entre los tres grupos, en contraste con los escasos piapoco-cuiba sugieren tal vez la mediación de los sikuani en este intercambio.

Con respecto al bilingüismo, se plantea que dada la influencia misionera tanto evangélica como católica en el territorio sikuani, muchos conservan aún la lengua, pero han perdido fluidez, en gran medida también por la influencia de la escolarización formal en castellano, ya que mientras que en las comunidades sikuani del Meta, Vichada y Guaviare, que se mantienen alejadas de la sociedad nacional, la lengua tiene vigencia en todos los contextos, en las comunidades ubicadas en los asentamientos urbanos y en las misiones e internados predomina el castellano.

Para el caso de los cuiba, se señala que debido a su aislamiento completo hasta fines de los sesentas, cuando se establecen contactos pacíficos con los blancos, los cuiba siguen siendo básicamente monolingües, a excepción de algunos jóvenes que han sido escolarizados en Bucaramanga y, de igual manera, una situación similar se daría para las lenguas piapoco y sáliba, las cuales al parecer tienen una alta vitalidad en sus territorios, si bien la incursión del castellano en la educación es cada vez más fuerte.

 

De la Evangelización a la Educación

Hasta hace unos pocos años existían cinco diferentes normas ortográficas entre los sikuani, cuatro de las cuales propuestas por misioneros: Misión Nuevas Tribus, en los años cincuenta; Instituto Lingüístico de Verano, en los sesentas; Isla Ratón y Teresita, misioneros católicos encargados de los internados y escuelas desde los cincuentas, quienes imponían el castellano con métodos disciplinarios. Posteriormente, la organización indígena UNUMA planteó su propia propuesta de alfabeto, la cual presentaba graves fallas resultantes de la falta de bases lingüísticas y de interferencias involuntarias del castellano; sin embargo, la nueva legislación sobre educación bilingüe y la apertura de la Misión Montfortiana proporcionaron un marco adecuado para la intervención de un equipo de lingüistas y antropólogos, quienes conformaron el proyecto LEG: lingüística aplicada a la educación en las lenguas guahibo y desde entonces han trabajado en la unificación de la propuesta alfabética para la lengua guahibo, así como en la documentación de la lengua y en la realización de materiales para etnoeducación en lengua vernácula.

Una situación distinta se da para la lengua cuiba, ya que, desde su ingreso a la comunidad en 1965, el ILV (Insitituto Lingüístico de Verano) empeñó todos sus esfuerzos en sedentarizar a la comunidad y transformar su estilo de vida en el de pequeños colonos. Así, además de proveer a los cuiba con elementos materiales, gallinas, cerdos y ganado, motivos para quedarse cuidando la casa y no una solución al problema alimentario causado por el cambio en los patrones de movilización del grupo, desarrollaron toda una campaña ideológica para demostrar las ventajas de la vida sedentaria.

 

Conclusiones y Recomendaciones

En los Llanos Orientales, las fronteras étnicas funcionan en su mayoría como un espacio de intercambio y no como un factor de aislamiento y si bien se puede postular la equivalencia lengua = etnia existen situaciones intermedias en las que tal identificación no es posible de manera absoluta. La segmentación social de las diferentes etnias nos muestra, entonces, la existencia de unos principios de organización comunes a todos los grupos, como lo son la definición de los segmentos por su origen mítico común y la presencia del habla como emblema principal. El modelo de segmentación de los Arawak, junto con muchos otros elementos culturales y lingüísticos, puede haberse generalizado en la región acomodándose a las condiciones de vida de cada grupo.

Dentro de este esquema, es posible afirmar que la vitalidad de las lenguas indígenas está ligada a la continuidad de los sistemas de organización tradicional y, entonces, donde falta este contexto social es donde las lenguas comienzan a perder su vigencia, como es el caso de las lenguas piapoco y sikuani en los asentamientos urbanos de Puerto Ayacucho o el aislamiento relativo de la comunidad sikuani de Casanare del grueso de la población étnica. Igualmente, la intensa colonización del territorio es otro factor que evidentemente amenaza no solamente la lengua y cultura de los grupos de los Llanos sino su propia supervivencia física y es especialmente grave la situación de los grupos hitnu y chiricoa de Arauca, los cuales requieren de la intervención del Estado para la defensa de su territorio. También el grupo de guahibo playero del río Arauca pasa por una difícil situación de tierras.

Respecto al tema etnoeducativo, es fundamental definir los límites entre educación formal-escolarizada y educación tradicional, familiar y comunitaria, ya que, de hecho, con la educación formal se trata de ampliar las posibilidades de desarrollo de los grupos de los Llanos fortaleciendo sus costumbres, entre otras, a través del mantenimiento de las formas de transmisión cultural.

Finalmente, en lo referente a necesidades de investigación lingüística y etnográfica en el área, cabe resaltar la falta casi total de información sobre grupos como los betoye, los makú y los tinigua. Igualmente, es muy escasa la información lingüística sobre los grupos piaroa, sáliva y puinave. Es indispensable, entonces, perfeccionar y desarrollar las investigaciones tanto en lingüística como en antropología, de manera articulada con los programas etnoeducativos impulsados por el Ministerio de Educación Nacional.

 

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