Español Andino (segunda parte)

Por: Liz Castro


 

Reseña de: ARBOLEDA TORO, Rubén (2002). “El Español Andino. II Parte”. En: Forma y Función No. 15. Universidad Nacional de Colombia. Departamento de Lingüística. Diciembre de 2002. Pgs. 15 – 40

El Portal de Lenguas presenta la continuación del tema planteado por el profesor Rubén Arboleda en su interesante artículo “El Español Andino”.

En esta oportunidad, se profundiza en el español andino de Nariño y Putumayo, iniciando con sus aspectos histórico-geográficos más relevantes, para continuar con un panorama de su configuración histórico-lingüística, justificando la filiación del español de Nariño y del Valle del Sibundoy (Putumayo) dentro de la variedad conocida como “español andino”.

Esta variedad se ubica en una zona correspondiente al territorio del antiguo imperio inca, a lo largo del cual se expandió el quechua, primero como lengua del imperio y luego, con la dominación española, como lengua general de evangelización. En esta región han convivido entonces el quechua y el español desde el momento mismo de la conquista, derivando de este contacto rasgos dialectales específicos de esta variedad.

Pese a la reducida cantidad de estudios sobre el español andino de Colombia, es clara la filiación del español del Nariño serrano a esta variedades debido, entre otros, a: a) La expansión del imperio incaico por la región de los Andes hacia el norte, aproximadamente hasta el río Mayo, en lo que hoy marca el límite nororiental del actual Nariño con el Departamento del Cauca, y la fuerte penetración del quechua, sobre todo cuando fue adoptado para la evangelización; b) La vecindad de esta región de Nariño con Ecuador y su pertenencia por largo tiempo a la gobernación de Quito; c) El relativo aislamiento en que hasta poco tiempo estuvo la región de Nariño respecto al centro del país. Estas mismas razones explicarían también, de forma parcial, la filiación del Alto Putumayo a la zona dialectal andina, si bien cabe señalar que la base del español de la región andina del Putumayo es el español andino que se había constituido en la región del actual Nariño, debido a la gran colonización de esta zona por población mayoritariamente nariñense andina, por lo general población rural que migra hacia esta zona en búsqueda de mejores condiciones de vida.

El territorio denominado “Alto Putumayo” comprende el Valle de Sibundoy, del cual forman parte los municipios de Santiago, Colón, Sibundoy y San Francisco, respectivamente. Desde una perspectiva histórica, el aislamiento del departamento de Nariño ha sido grande. Sólo hasta comienzos de los años treinta del siglo pasado se construyó una vía carreteable entre Popayán y Pasto que despejó la conexión de Nariño con el resto del país, la cual se construyó por la necesidad de transportar personal y equipos militares para la guerra con Perú; ampliada y transformada con el tiempo, la vía Popayán-Pasto ha llegado a ser un tramo importante de la Carretera Panamericana. Por otra parte, aún mayor era el aislamiento del Putumayo, ubicado al oriente de Nariño y no comunicado con él por ningún camino, por lo cual los indígenas ingas y kamsás del Valle de Sibundoy no fueron objeto de una colonización sostenida sino hasta la primera década del siglo pasado, cuando la política evangelizadora del Padre Fidel de Montclar comenzó a modificar la situación.

La Prefectura Apostólica de Caquetá y Putumayo y el gobierno nacional emprendieron las acciones tendientes a la colonización sostenida de dicho territorio motivados por razones religiosas, económicas y de seguridad nacional. En este contexto, atraer colonos significaba asignación de tierras explotables y, en esa medida, las tierras del Valle del Sibundoy eran muy apreciadas. Al no encontrarse Pasto conectado aún con Popayán ni, en consecuencia, con el resto del país, pero sí al encontrarse abierto el camino que conectaba Pasto-Sibundoy-Mocoa, es de suponer que la población que emigraba hacia el Putumayo debía provenir predominantemente de Nariño.

Hacia 1536, los conquistadores españoles irrumpieron en el actual departamento de Nariño, procedentes de Quito, en busca de El Dorado. Junto a ellos llegaron incas quechuahablantes quienes estaban a su servicio (mitayos y yanaconas) y pronto el quechua se constituyó en la lengua general de evangelización de la zona, contribuyendo así a la desaparición de las lenguas pasto, quillacinga y malla.

Es así como la prolongada convivencia del español con el quechua han permitido la constitución del “español andino”, más exactamente el español andino meridional de Colombia, modalidad del español andino suramericano. De esto se desprende que la mayoría de la población nariñense es monolingüe en español, quedando solamente algunos pocos grupos de individuos bilingües español-coaiquer y español-inga (variedad del quechua). Igualmente, el español de Nariño presenta dos variedades claramente diferenciadas, a saber, el español andino y la variedad de español de la región del Pacífico nariñense. Además, se identifican dos subdialectos en el español andino nariñense: el de la zona limítrofe con el Cauca, más cercano al español caucano, valluno y del centro del país, y el de la zona limítrofe con la Provincia de Carchi (Ecuador), más cercano al español andino ecuatoriano.
En el Valle de Sibundoy conviven hablantes monolingües de español con hablantes bilingües español-inga, español-kamsá y, en algunos casos, plurilingües español-inga-kamsá. Es clara la filiación románica del español y quechua del inga y el quichua (quechua ecuatoriano), mientras que la filiación del kamsá aún está por establecerse de manera concluyente. Se ha planteado que los ingas, indígenas emigrantes de Perú y Ecuador que ya se habían asentado en el territorio de Nariño, llegaron al Valle de Sibundoy procedentes de Aponte y se instalan en territorio de Santiago y Colón hacia finales del S. XV o comienzos del S. XVI. De acuerdo con la investigadora Marlén Ávila, es posible que la realidad lingüística del Valle de Sibundoy haya pasado por tres etapas: monolingüismo kamsá, convivencia kamsá-inga, convivencia kamsá-inga-español. Como ya se ha señalado, los hablantes monolingües de español del Valle son principalmente nariñenses descendientes de los primeros colonizadores traídos por los misioneros a principios del siglo XX o venidos posteriormente. La base del español de esta región es entonces el español andino constituido en Nariño, específicamente el español de una población rural vinculada a la colonización con la esperanza de unas mejores condiciones de vida.

La realidad lingüística del Valle de Sibundoy es particular, ya que el español andino de los colonizadores, originado en una situación de contacto de lenguas, entra en contacto con las lenguas kamsá y en un nuevo contacto con el inga (quechua), generando varias situaciones. Es clara, por ejemplo, la hegemonía del español como lengua mayoritaria nacional, ya que los hablantes monolingües del español no aprenden las lenguas indígenas y, en esta medida, no hay una presencia de elementos del kamsá en el español de los hablantes monolingües, mientras que, por el contrario, es notable la presencia del español andino en la lenguas inga y kamsá, así como rasgos de estas lenguas en el español de los bilingües. Igualmente, los rasgos del inga en el español de los monolingües, como se ha visto, provienen esencialmente de un contacto anterior; no obstante cabe la posibilidad de que en el nuevo contacto se refuercen los rasgos andinos y se originen otros.

Hay diferencias entre el español de unos y otros bilingües, las cuales pueden estar en la mayor o menor acentuación en los hablantes de los rasgos característicos de la variedad andina y en la presencia de elementos kamsá en el español de los bilingües en estas lenguas. Igualmente, a medida que se desciende hacia el Medio y el Bajo Putumayo el español andino se va desdibujando, debido a que, así la presencia de nariñenses andinos sea allí significativa, la procedencia y la distribución porcentual de los inmigrantes varía. Es posible señalar, que a pesar de los cambios generados en las últimas décadas, el español andino autóctono o tradicional de Nariño aún se conserva, si bien se observan diferencias en función del nivel sociocultural de los hablantes. En el Valle de Sibundoy es apreciable el nivel de conservación del español autóctono de Nariño debido a que las características demográficas, socioculturales, económicas, de infraestructura vial en buena medida se mantienen, mientras que se observan diferencias entre el español de Sibundoy y el de los demás municipios del Valle (Santiago, Colón, San Francisco), entre otras razones por ser aquel el municipio de mayor desarrollo urbano y centro de la administración eclesial y educativa, desde el comienzo mismo de la misión capuchina.

El español de los hablantes bilingües no es completamente homogéneo y la competencia varía según el nivel de uso y la escolaridad, así como tampoco es homogénea la competencia de estos hablantes en su lengua vernácula, ya que varía también según el nivel de uso, ligado, entre otros factores, a la edad, la escolaridad, la actividad desempeñada, la permanencia en la región y el lugar de residencia en relación con el casco urbano. Al parecer, hay familias en las cuales el empleo de la lengua indígena es alto, pero hay otras que por diversas circunstancias van llegando a un empleo cada vez mayor del español, en detrimento de la lengua indígena y, especialmente entre niños y jóvenes, se encuentran personas que no hablan el kamsá o que lo entienden pero no lo hablan.

A continuación se presentan algunos rasgos lingüísticos del español andino de Nariño y Putumayo, los cuales han sido identificados tanto en hablantes monolingües de español andino como en bilingües español-kamsá y español-inga, si bien ya se han observado rasgos dialectales específicos del español andino de los bilingües español-kamsá. Con respecto a esto, se hace necesario avanzar en la recopilación de un corpus del español de los bilingues español-kamsá, para determinar si existen rasgos adicionales en relación con los del español andino de monolingües. Varios de los rasgos introducidos aquí han sido presentados ya como característicos del español andino, mientras que otros son postulados en este texto. Igualmente, algunos derivan del contacto con el quechua, mientras que otros no; sin embargo, su pervivencia en el español andino obedece a otras realidades.

Estos rasgos son predominantemente sintácticos, si bien se incluye al final un rasgo morfológico (la sufijación apreciativa), uno relacionado con la acentuación y uno relacionado con el empleo del estilo directo. Los rasgos son los siguientes:

1. Predominio de la estructura sintáctica impersonal con se activa frente a la impersonal con se pasiva, predominante en otras variedades, cuando el constituyente nominal requerido es plural y postverbal. En la primera estructura el verbo no concuerda con el constituyente nominal, mientras que en la segunda sí.
2. Predominio de la estructura sintáctica impersonal con se activa frente a la impersonal con se pasiva, predominante en otras variedades, cuando el constituyente nominales preverbal, singular o plural. En las activas el número verbal es singular y se introduce un pronombre personal complementario indicador de la función complementaria del constituyente nominal correspondiente, con el cual concuerda en género y número, mientras que en las pasivas, por el contrario, hay concordancia de número entre el verbo y el constituyente nominal preverbal, que desempeña la función sintáctica de sujeto. Igualmente, la estructura sintáctica impersonal activa con se predominante en el español andino es monosignificativa, mientras que la pasiva posibilita la polisignificatividad.
3. El empleo en el caso anterior de las formas pronominales concordante lo(s) o la(s) después de se impersonal, mientras que en otras variantes, cuando se elige la impersonal activa, se prefiere la forma pronominal no concordante le.
4. La presencia enfática de estos pronombres en enunciados transitivos de constituyente nominal complementario postverbal: “Hay muchachos que trabajan y los ayudan a sus padres”, frente a “Hay muchachos que trabajan y ayudan a sus padres”
5. La omisión contrastante de ellos en enunciados transitivos: “Unos de aquí van a dar a Bogotá (Bachilleres reclutados por el ejército)”
6. La inconcordancia de género y número entre dichos pronombres y su correlato: – Rubén: “Acá son baratas las cobijas – ¿no?” – Luis: “un poco barato, por lo que lo traen el Ecuador”
7. La posición enclítica de los pronombres complementarios en ciertos contextos (oraciones de recomendación, advertencia o ruego, así como en oraciones de forma verbal perifrástica).

También se ha ido recopilando y analizando materiales, con menor sistematicidad por el momento, sobre:

– No concordancia adjetivo-sustantivo: “Los demás días se celebra misa pero es muy poco la … la … gente que acude”
– Formas verbales: “Juiciosa mi abuela, dejó tendiendo la cama” frente a ” … dejó tendida la cama”.
– Orden de los elementos en el enunciado: “Sí, eso haga” frente a “sí, haga eso”, “queremos todo andar dañando” frente a “queremos andar dañando todo”
– Doble negación: “Usted tampoco no tome” frente a “usted tampoco tome”
– También no: “Usted también no puede consumir mucha harina ¿no?”
– Doble posesivo: “Yo no hago (permito) que mi abuela sea mi sirvienta mía”
– Omisión del artículo: en molino me golpié (datos de [1])
– Sufijación apreciativa: “Y ¿éste vale cuantico?, “Yosita quiere un quimbolito”
– La acentuación de o en los llamados pronombres personales complementarios: “… cuando vuelva venganós a visitar” frente “… vénganos a visitar”
– Estilo directo-indirecto: “Que si le había dado los besos, me preguntó Cristina. Sí le di, le dije” frente a “yo le dije que sí”

 

Bibliografía citada y consultada:

Arboleda Toro, Rubén (2000). El Español Andino. Revista Forma y Función. No. 13. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá.

Galeano, Luis y Stephen Levinsohn (1985). La Frase Nominal en el español de los Ingas: análisis de errores. Educación Bilingüe-Bicultural, Enseñanza del Español como Segunda Lengua. Pasto.