Español Andino (primera parte)

Por: Liz Castro


 

Reseña de: ARBOLEDA TORO, Rubén (2000). “El Español Andino”. En: Forma y Función No. 13. Universidad Nacional de Colombia. Departamento de Lingüística. Pgs. 85 -100

 

Existe una variedad del español conocida en el mundo académico como español andino, nombre con el cual los especialistas se refieren al español hablado en la zona dialectal andina (zona serrana del noroeste argentino, Bolivia, Perú y Ecuador y extremo suroccidental de Colombia). Son pocos y de limitada expansión hasta ahora los estudios referidos a la parte colombiana y tal vez por esto en el mundo académico no existe suficiente conciencia de su filiación al español andino. En este artículo, escrito por el profesor Rubén Arboleda, se presenta, inicialmente, una delimitación del español andino, junto con una revisión de los estudios más relevante sobre esta variedad, para posteriormente profundizar en el estudio del español andino de Nariño y Alto Putumayo. Aquí se muestran evidencias sobre la filiación del español del extremo suroccidental del país al español andino a partir de datos histórico-geográficos y lingüísticos para, posteriormente, ejemplificar esta filiación a partir del análisis de ciertas particularidades morfosintácticas encontradas en el español de estas zonas del país a lo largo del proceso de investigación realizado por el profesor Arboleda en la Universidad Nacional de Colombia.

Delimitación

Una primera referencia a la zona dialectal del español andino se encontraría en la propuesta de división de “la América española” en cinco zonas dialectales, hecha por Pedro Henríquez Ureña en 1921, donde la tercera zona correspondería a la constituida por “la región andina de Venezuela, el interior y la costa occidental de Colombia, el Ecuador, el Perú, la mayor parte de Bolivia y tal vez el norte de Chile”. (Henríquez Ureña, 1978: t. V, 9-42); a partir de esta propuesta se han hecho distintos intentos posteriores de clasificación dialectal más precisos, sin embargo se está de acuerdo en que una de las zonas comprende aproximadamente el área andina de Bolivia, Perú, Ecuador y el noroeste de Argentina. El carácter de cada una de estas zonas planteadas por Henríquez Ureña estaría dado por la proximidad geográfica entre las regiones que las componen, así como por los lazos políticos y culturales que las unieron durante la colonia y el contacto con una lengua indígena principal. Para este caso, la lengua indígena fue el quechua la cual, a expensas de otras lenguas, se expandió con el imperio incaico desde el noroeste de la actual Argentina hasta el sur de la actual Colombia, área que también correspondió luego al virreinato del Perú, donde convivieron el quechua y el español. Existe, pues, entre Argentina, Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia andinas un complejo sociodialectal que, superando la división político-administrativa, podría ser objeto de estudio integrado, con todas las ventajas que esto implica. Esta área cultural incluye zonas de varios departamentos del suroccidente colombiano: Nariño y Putumayo, fundamentalmente, y al parecer algo del Cauca, Huila y Caquetá; en esta medida, la realización de estudios de lugares específicos en estas zonas adquiere relevancia en tanto sea posible enmarcarlos e integrarlos en estudios de áreas dialectales mayores.

En mayor o menor medida, cada uno de estos países mencionados ha emprendido los estudios de sus variedades andinas, sin embargo, la correlación de datos de unos y otros ha sido más ocasional que sistemática y, por esto, el estudio de temas específicos (la concordancia de los pronombres personales objetivos y su correlato, por ejemplo) a partir de la recopilación de datos de los distintos países se constituye en un campo muy promisorio.

 

Entre otros aspectos, sobre el español andino se han abordado los rasgos dialectales resultantes de su convivencia de siglos con lenguas amerindias, en particular con el quechua y, en esta medida, ha sido muy importante el incremento en los estudios sobre contacto de lenguas en épocas recientes.

Igualmente importante ha sido la perspectiva convergente alcanzada, que considera que un rasgo dialectal, en este caso del español andino, puede tener su origen en tendencias o en características anteriores del español mismo, pero ser reforzado por la estructura de la lengua de contacto. Otras dimensiones que han llamado la atención de los estudiosos de esta variedad han sido el contacto con otras variedades del español, los cambios en proceso, los rasgos dialectales de distintas regiones en función de la procedencia geográfica y social de los pobladores españoles y del mayor o menor contacto con los centros administrativos coloniales.

 

Estudios

En Ecuador y Perú los estudios sobre el español andino han sido sumamente relevantes, destacándose obras como las Alberto Escobar: “Variaciones sociolingüísticas del castellano en el Perú” y la compilación “El reto del multilingüismo en el Perú”, así como otras compilaciones, por ejemplo, las del Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo de la Educación del Perú “Aportes para la enseñanza del lenguaje” y la del Instituto Otavaleño de Antropología “Lengua y cultura en el Ecuador”; finalmente, es de suma importancia el artículo de Pieter Muysken “La mezcla de quechua y castellano: El caso de la “media lengua” en el Ecuador”, el cual fue el resultado parcial de una investigación auspiciada por la Fundación Neerlandesa de Investigaciones Científicas Tropicales. En este texto, Muysken destaca dos características principales de la “media lengua” (ML): a). Es una forma de quechua con un vocabulario casi exclusivamente de origen castellano y estructuras casi exclusivamente de origen quechua; b). Representa una etapa de transición (que en algunos casos puede durar varias generaciones) de una comunidad quechua-hablante hacia el castellano. Sin embargo, la ML está lejos de ser la única vía de transición del quechua al castellano.

Igualmente, entre los “encuentros de investigadores” que promueve la ALFAL (Asociación de Lingüística y Filología de América Latina) en sus congresos, se programó uno específicamente consagrado al español andino, bajo la coordinación del profesor José Mendoza, autor de las obras: “El castellano hablado en La Paz: sintaxis divergente” y “Gramática castellana”, en el cual se destacaron trabajos como el del profesor José Luis Rivarola, lingüista peruano, quien estudió el español andino de su país en los siglos XVI y XVII, basándose en documentos de la época. Los datos obtenidos de esta investigación son de utilidad no sólo para la historia del español sino para la historia de la situación de contacto de lenguas; igualmente, su libro “La Formación Lingüística de Hispanoamérica” es fundamental para el acercamiento a esta temática, en cuanto aporta un marco histórico y metodológico así como datos diversos sobre la formación del español andino. Cabe destacar, igualmente, los trabajos de Marta Luján, Liliana Minaya y Suzanne Flynn, quienes estudian desde principios de los ochentas varios aspectos del español andino de Ecuador y Perú (orden de los elementos, duplicación de clíticos, entre otros), en el marco de la lingüística generativa. También lo hacen David Sankoff e Ivonne Bordelois, quienes en compañía de Marta Luján publicaron “El principio de consistencia universal en el español andino del Ecuador”, en las actas del I Congreso Internacional sobre el Español de América.

 

Por su parte, en relación con el doble posesivo del español andino, Germán de Granda, controvirtiendo afirmaciones anteriores, señala que esta modalidad del posesivo no sólo está influenciada por la estructura de la lengua indígena, sino que también responde al reforzamiento de rasgos ya presentes en el español del siglo XVI.

Igualmente, debido a sus particularidades, el empleo de los clíticos verbales le, la, lo en el español andino ha sido abordado por numerosos investigadores, entre ellos Erica García, con sus estudios “Bilingüismo e Interferencia Sintáctica”, “Dialect Variation in Leísmo: a Semantic Approach” y “Being Polite in Ecuador”, este último en coautoría con R. Otheguy. En la revista Lexis, además, Juan Carlos Godenzzi publicó el artículo “Pronombres de objeto directo e indirecto del castellano en Puno”, adaptación de uno de los capítulos de su tesis doctoral “Variations sociolinguistiques de l’espagnol à Puno – Pérou”. El Instituto de Lingüística de la Universidad de Buenos Aires, finalmente, también está llevando a cabo un análisis del uso de estos clíticos en diferentes zonas de Argentina, constatando particularidades claras en las zonas de lenguas en contacto.

Por otra parte, Azucena Palacios Alcaine investigó “la ausencia de pronombres átonos de CD (complemento directo) en el español paraguayo”, encontrando, al igual que el profesor De Granda, contribuciones españolas e indígenas en relación con el doble posesivo. Además, se han publicado otras dos obras fundamentales para los interesados en el tema; por un lado, el número 6 de la revista Signo & Seña del Instituto de Lingüística de la Universidad de Buenos Aires, consagrado al tema <>. Allí aparece el estudio de Angelita Martínez “Lenguas y culturas en contacto: uso de los clíticos lo, la, le en la región del noroeste argentino” . Igualmente, en la presentación de este número, De Granda se refiere al paso paulatino, en la teoría lingüística, del menosprecio al reconocimiento y valoración de la transferencia de los elementos gramaticales en situaciones de contacto de lenguas. La otra obra es “español y lenguas indoamericanas en Hispanoamérica: estructuras, situaciones y transferencias”, donde De Granda reúne, entre otros, buena parte de sus estudios sobre el español andino, incluido el que dejó esbozado en el congreso de Burgos: “replanteamiento de un tema controvertido: génesis y retención del doble posesivo en el español andino”.

Una de las ponencias relacionadas con el español andino que se presentaron en el XII Congreso de la ALFAL fue la de Juana del Valle Rodas y Ana María Fernández Lávaque “Presencia del quechua en el español del noroeste argentino” donde presentan datos históricos y algunos rasgos fonéticos, morfosintácticos y léxicos para sustentar que el español hablado en el noroeste argentino es una variedad del denominado español andino. La segunda de las autoras había publicado ya en el mencionado número de Signo & Seña un artículo en esa misma dirección: “notas sobre un proceso de restricción en marcha: Léxico de procedencia quechua en el habla de Salta (noroeste argentino)”. Finalmente, en el volumen XXXV del Anuario de letras, Rocío Caravedo se refiere nuevamente al empleo de los clíticos verbales de tercera persona, ahora en la variedad andina, como parte de su propuesta de estudio del contacto de variedades en medio del cual se está conformando el español actual, principalmente en las grandes ciudades.

 

El español andino de Nariño y alto Putumayo

Filiación: datos histórico-geográficos

En lo que a Colombia respecta, es un hecho que el español hablado en la región andina de Nariño y Putumayo es una variedad del español andino. No obstante, no siempre se menciona esta filiación o se hace sin la explicitud y la delimitación deseables. Así, por ejemplo, en una obra general sobre el español de América, María Beatriz Fonteanella plantea que la zona siete de la clasificación dialectal de Hispanoamérica de Zamora y Guitart incluye el noroeste de Argentina y partes de Ecuador, Perú y Bolivia, sin mencionar a Colombia. Igualmente, las distintas secciones que las dos obras fundamentales comentadas arriba dedican a rasgos específicos del español andino se apoyan en datos del habla peruana, la mejor estudiada, de la boliviana y la del noroeste argentino y, en muy pocas ocasiones, de la ecuatoriana, y menos aún, de la colombiana. Una razón para esto es, probablemente, la insuficiencia de los estudios sobre el español de dicha región, la escasa difusión e integración de los existentes y el débil enmarcamiento de éstos en la investigación general del español andino hispanoamericano. En esta medida, se entiende que Germán De Granda no mencionara a Colombia en su texto “Español y Lenguas Indoamericanas en Hispanoamérica: Estructuras, Situaciones y Transferencias” al abordar el estudio de las peculiaridades de los clíticos verbales en el español andino, aún cuando los ejemplos de estos clíticos abundan en el habla de Nariño y Putumayo, y que si bien mencionara a Colombia en otro estudio sobre las perífrasis verbales de gerundio con valor perfectivo del español andino, no tomara ejemplos de estas zonas, donde el empleo de esta construcción es más notable.

Son diversos los factores que explican la filiación del español del Nariño serrano al llamado español andino suramericano: a). La expansión del imperio incaico por la región de los Andes hacia el norte, aproximadamente hasta el río Mayo, en lo que hoy marca el límite nororiental del actual Nariño con el departamento del Cauca, y la fuerte penetración de su lengua, el quechua, sobre todo en la medida en que, por el nivel de expansión que había alcanzado, fue adoptada por los españoles para la evangelización. Se crearon así las condiciones para una coexistencia en el área, que continúa, y para la interpenetración allí del idioma español conquistador con el quechua, ambiente en el que se va perfilando lo que se ha llamado el español andino de Nariño. Núcleos de habla inga, nombre que aquí adquirió el quechua, llamado entonces la lengua del inga, perduran en Nariño (Aponte), Cauca, Caquetá y Putumayo hasta el día de hoy; b). La vecindad de la región de Nariño con Ecuador y su pertenencia por largo tiempo a la gobernación de Quito y, c). El aislamiento en que hasta hace unas pocas décadas estuvo la región de Nariño en relación con el centro del país, motivado no sólo por las dificultades para tramontar el nudo montañoso del límite norte del actual departamento, sino por las realidades socioeconómicas e históricas de la región, que dificultaron su vinculación al movimiento independentista del siglo XIX.

Estos factores explican también parcialmente la filiación del Putumayo a la zona dialectal andina, de la cual no hay siempre una clara conciencia, dado que en el Putumayo habitan indígenas de habla quechua (inga) que al parecer son de la misma extracción de los de Aponte (Nariño), donde el inga convivía y convive con el español. No obstante, se sabe que la base del español de la región andina del Putumayo es el español andino que se había constituido en la región del actual Nariño, debido fundamentalmente a que la gran colonización de que fue objeto fue llevada a cabo principalmente por población nariñense andina, por lo general población rural en búsqueda de mejores condiciones de vida. Con la colonización se consolidaron, entonces, en el valle el español andino y su contacto con las lenguas indígenas inga y kamsá. La primera, como se dijo, era hablada por indígenas de Santiago, San Andrés y Colón, y fue llevada por incas emigrantes que ya se habían asentado en las tierras del actual Aponte, mientras que la segunda, era hablada por los kamsás, nativos de la región.

Estudios

El español andino de Nariño y Putumayo constituye una fuente rica e inagotable para estudios dialectológicos, históricos y sociolingüísticos, debido al relativo aislamiento de la región, hoy en día aminorado, que ha permitido la conservación de usos lingüísticos que han variado en otras regiones mejor comunicadas, o frente a los cuales han surgido usos alternativos. Pero, por otro lado, el mejoramiento paulatino de vías, los medios de comunicación y la inmigración han ido creando condiciones propicias para la coexistencia de realizaciones lingüísticas pero también para el desplazamiento, en Pasto sobre todo, que invitan, por ejemplo, a un estudio de la diacronía en sincronía así como al estudio de los procesos de unificación del mundo hispanohablante. De otro lado, la convivencia en el Alto Putumayo del español con las lenguas inga y kamsá genera especificidades adicionales en el español hablado por las comunidades bilingües de la región, no estudiadas integralmente aún.

 

Sin embargo, no son muchos los estudios conocidos sobre el español de Nariño y son muy pocos los del Putumayo, lo cual puede entenderse por la relación de filiación lingüística entre dos regiones, que incluso en otros momentos constituyeron una sola unidad administrativa.

En 1939, el sacerdote y lingüista Marcelino de Castellví fundó la revista Amazonia Colombiana Americanista, en la cual, a pesar de la relevancia de sus aportes tanto a nivel nacional como internacional se aborda muy poco acerca del español de la región; y ya en 1985, Luis Galeano y Esteban Levinsohn realizaron un estudio sobre las particularidades de la frase nominal española en niños ingas de primero, cuarto y quinto de educación primaria, las cuales responden a transferencias de la lengua inga. Finalmente, entre los estudios referidos a Nariño se encuentran los de Hugo Albor, Jaime Álvarez, Cecilia Balcázar, Héctor Bolaños, Mireya Cisneros, Pedro María Dávalos, Luis Flórez, Alejo Luis Gabriel Moreno, Ramiro Pabón, Arturo Pazos y Roberto Ramírez, entre otros. Si bien ninguno de estos estudios se desarrolla en el marco de las investigaciones sobre el español andino, en ellos se encuentran datos de interés y sus alcances son diversos, ya que van desde páginas normativas de personas ajenas a la lingüística, pasando por inventarios de rasgos dialectales y cotejación con los de otras variedades del español de Colombia, hasta trabajos de apreciable profundidad lingüística.

Finalmente, en el Departamento de Lingüística de la Universidad Nacional de Colombia se han venido adelantando estudios sobre el español andino que se centran en aspectos morfosintácticos, no abordados en los estudios antes mencionados o abordados someramente o con un marco de referencia distinto, estudiándose con mayor énfasis las construcciones pronominales, entendidas en sentido amplio como aquellas en las cuales intervienen pronombres personales objetivos (clíticos verbales). Se enumeran a continuación algunos de los subtemas en los que se ha avanzado y que evidenciarían la filiación planteada anteriormente:

– El número del verbo en enunciados transitivos de constituyente nominal complementario plural impersonalizado por medio de SE: “Se cuestiona, de una manera soterrada, las prácticas en los templos”, frente a la forma verbal plural, corriente en otras variedades del español “Se cuestionan, de una manera soterrada las prácticas en los templos”

– La acentuación de los llamados pronombres personales complementarios: “No se olvide de nosotros; cuando vuelva venganós a visitar”, frente a “… vénganos a visitar” y su posición: “Le voy a mandar una carta, usted también escribirame”, frente a “usted también me escribirá”

– La concordancia entre dichos pronombres y su correlato: “-Rubén: acá son baratas las cobijas, ¿no? – Luis: Un poco barato, por lo que lo traen de Ecuador”, frente a “Un poco baratas, por lo que las traen del Ecuador”; la presencia enfática de los mismos en enunciados transitivos: “Esa agua está muy fea, parece que no se la hubiera hervido”, frente a “Esa agua está muy fea, parece que no se hubiera hervido” y su omisión contrastante en enunciados transitivos: “Pida la cita y cuando ya le den …”, frente a “Pida la cita y cuando ya se la den”

– El empleo de le(s), lo(s) o la(s) después de SE impersonal: “Al padre Castellví se lo considera acá un sabio”, frente a “Al padre Castellví se le considera acá un sabio”

También se han ido recopilando y analizando materiales sobre:

– Sufijación Apreciativa: “Y ¿éste vale cuantico?”, “Acá ellitos son flojitos”, “Yosita quiere un quimbolito”, “¿Ustedcito quiere café?”

– Gradación de Constituyentes adjetivales: “Ese muchacho que lo mataron aquí era bien bueno”, frente a “Ese muchacho que lo mataron aquí era muy bueno”

– Duplicación de elementos: “Después breve breve pasé y me fui a sacar la moto”, frente a, por ejemplo, “Después pasé muy rápido y me fui a sacar la moto”

– Formas verbales: “Juiciosa mi abuela, dejó tendiendo la cama”, frente a “… Dejó tendida la cama”; “El yajé me recomendaba que le avise a mi hermana que …”, frente a “El yajé me recomendaba que le avisara a mi hermana que …”; “Hay muchos compañeros que los papás ya viven treinta años aquí” frente a “Hay muchos compañeros que los papás ya han vivido treinta años aquí”

– Orden de los elementos en el enunciado: “Sí, eso haga”, frente a “Sí, haga eso”; “- Don Tulio lo buscan. – ¿Quién? – Un señor es”, frente a “… – Es un señor”, o simplemente “UN señor”

Doble negación: “Usted tampoco no tome”, frente a “Usted tampoco tome”

Estos aspectos, como es de notarse, son sumamente interesante por el marcado contraste que muestran frente a otras variedades el español, por las luces que arrojan frente al estudio sobre temas controvertidos de la lingüística española y sobre la coexistencia de variedades o contacto de dialecto, y, finalmente, por ser un campo, sobre todo el de las construcciones pronominales, donde el sustrato quechua es notable. Varios de estos rasgos han sido presentados ya como característicos del español andino; otros se están postulando en esta investigación. Estos rasgos se han identificado indistintamente entre hablantes monolingües de español andino (constituido previamente en situación de contacto de lenguas) y bilingües español-kamsá, español-inga, pero ya se han observado rasgos dialectales específicos del español andino de los bilingües español-kamsá. Conviene, entonces, avanzar en la constitución y transcripción de un corpus del español actual de bilingües español-inga, para determinar si existen rasgos adicionales en relación con los del español andino de monolingües; sin embargo, es claro que de existir serían de menor alcance, pues, como se dijo, el español andino de monolingües proviene ya del contacto del español con el quechua, del cual el inga es una variedad.

 

Bibliografía citada y consultada:

Arboleda Toro, Rubén (2000). El Español Andino. Revista Forma y Función. No. 13. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá.