El poder de la palabra
Publicado: 7 marzo, 2024
- Actualizado: 7 marzo, 2024
- Por: Yaty Andrea Urquijo Ortiz
Por: Liz Castro
Reseña de: BECERRA B., Eudocio (1998). “El Poder de la Palabra”. En: Forma y Función No. 11. Universidad Nacional de Colombia. Departamento de Lingüística. Pgs. 15-28
Los conceptos de lenguaje, palabra y discurso por lo general han sido derivados y desarrollados dentro de la tradición académica occidental y casi no se encuentran trabajos que exploren este campo en lenguas amerindias, ni mucho menos que muestren la construcción de nociones como palabra, lengua y lenguaje desde la perspectiva de los hablantes nativos. En este texto el profesor Eudocio Becerra Bigɨdima, miembro de la comunidad uitoto, nos muestra la concepción de palabra y de enseñanza entre los murui, quienes hablan la variedad dialectal bue de esta lengua. Se presentan aquí dos textos, un conjuro y un relato, que ilustran la concepción de palabra y sus implicaciones en el mundo uitoto: creencias, enseñanza de la tradición, conocimientos sobre chamanismo y en particular sobre la relación hombre-palabra, espíritu y vida.
La palabra según la tradición murui está relacionada con el poder, llegando estos dos a ser sinónimos. Para los utitoto, la palabra-poder (juziña uai) es otorgada a los hombres por el Padre Creador en los comienzos de la existencia y es la poseedora de acción, ya que ejecuta acciones simbólicas como matar, quemar, castigar, maldecir, curar y enseñar o corregir. Esta palabra es también asociada con el trueno, el rayo y la tempestad puesto que fue lanzada a los hombres y es recibida por los abuelos, quienes son los portadores de la tradición y, por ende, quienes regulan las relaciones sociales de la comunidad. La palabra-poder también se caracteriza por ser intangible, por ser el aliento, el soplo de vida primario y por esto los niños aprenden a callar cuando hay tempestades, para evitar que entren las malas energías por su boca.
La palabra se convierte también en pensamiento, con el cual el hombre se comunica con el Padre Creador, generándose así una unión entre pensamiento y habla, la cual muchas veces está mediada por el uso de plantas medicinales pero principalmente de la coca y el ambil. El uso del mambe (coca pilada y cernida mezclada con ceniza de tabaco) dentro del mambeadero se constituye en el espacio de interacción y enseñanza principal por parte de los abuelos, quienes imparten las enseñanzas a los hombres, mientras están sentados en su banco tradicional. Este espacio vital se encuentra dentro de la maloca, representación por excelencia del cosmos, pues está dividida en diversos espacios: uno para las ceremonias, otro donde las mujeres realizan sus labores ceremoniales y cotidianas y otro más donde se descansa.
Dentro de la cultura uitoto, el uso y conocimiento de la palabra propicia la existencia de ciertos actores que exhiben una mayor o menor importancia social de acuerdo con su manejo y conocimiento de la palabra-poder y de la aplicación de esta a través de las plantas medicinales y enteógenas.
Así, entonces, vemos como el nɨmairama – abuelo de conocimiento – es quien está en función de la preservación y transmisión de la tradición, la cual se hace principalmente de forma oral a través de las sesiones en el mambeadero; por esto, el abuelo se caracteriza por su profundo conocimiento del manejo de la palabra de la coca y el tabaco (ambil) tanto para comunicarse con el Padre Creador como para sanar enfermedades y guiar el camino de los hombres.
Por su parte, el curandero o ikoraɨma utiliza su conocimiento para curar tanto las enfermedades del cuerpo como las del alma de los individuos y de la colectividad. Para esto recurre a conjuros, plantas y minerales, entre los que se destaca el yagé, con el cual recorre los caminos de la serpiente ancestral y del águila, para poder descifrar el origen y las causas de los males y extraerlos del cuerpo del paciente. El brujo (aima), en cambio, se ve como el opuesto al curandero, ya que utiliza sus conocimientos al servicio de la venganza, ya sea personal o de otros y, por ende, se le atribuyen a él todas las enfermedades, accidentes y muertes, ya que él, al igual que los abuelos sabedores, tiene la capacidad de transformarse en distintos animales y tomar de ellos su fuerza esencial. Todo sabedor debe por principio conocer el rafue, palabra de tradición esencial, en el cual se inscriben todos los conocimientos adquiridos por el hombre gracias al Padre Creador.
Quienes llegar a ser poseedores de la palabra-poder deben pasar por un aprendizaje sumamente intenso y prolongado. Entonces, para poder adquirir los conocimientos necesarios para el buen manejo de las plantas sagradas, coca y ambil, y para la preparación y realización de conjuros y ritos ceremoniales que logren mantener la prosperidad y salud comunal, el aprendiz del abuelo debe pasar por pruebas sumamente complejas que incluyen el no poder comer carne de cierto tipo de animales grandes y la abstinencia sexual. Finalmente, en cuanto a los conjuros, por lo general se realizan de noche en la casa del curandero o del paciente, ya que en el aire libre las fuerzas del brujo pueden actuar sobre el enfermo e interferir en la efectividad del conjuro ritual. Dependiendo de la gravedad del mal se realizan o no ceremonias especiales donde se aparta al paciente en una choza alejada de la comunidad, pero por lo general la medicación a base de plantas se hace en presencia de los familiares, de quienes también depende la salud del paciente, por lo cual se les recomienda guardar dietas, en especial si el enfermo es un niño pequeño.
Como vemos, la construcción de la noción de palabra en la etnia uitoto es sumamente compleja, ya que atraviesa todas las categorías de la acción humana y configura la cosmovisión propia de esta sociedad. A través de la palabra se construye el universo social, espiritual e individual uitoto, ya que esta palabra-poder es la que da vida a todo lo existente y permite su perdurabilidad, es la que transmite el conocimiento ancestral que se refleja en las prácticas de relación con el entorno y sobre todo, es la que permite que el hombre se convierta en un “verdadero ser humano”.
Documento adjunto:
Bibliografía citada y consultada:
Becerra B., Eudocio (1998). El Poder de la Palabra. En: Forma y Función No. 11. Universidad Nacional de Colombia. Departamento de Lingüística. Pgs. 15-28