El mito

El mito es una narración extraordinaria, sin tiempo histórico, cuyos protagonistas son personajes sobrenaturales, divinos o heroicos. Para las sociedades primitivas, el mito era una narración verdadera que hablaba de la realidad en la que vivía el grupo. Los seres mitológicos formaban parte de su diario vivir, de sus creencias y sus costumbres. En algunas culturas se creía que los personajes míticos habían formado parte de su pueblo, que con el tiempo se habían apartado para convertirse en seres divinos.

La función del mito es tratar de dar explicaciones sobre el origen de la vida, de alguien o algo y de otros aspectos filosóficos. Este tipo de relato forma parte de la herencia colectiva y es de carácter tradicional, descubre un conocimiento oculto, un secreto que está ligado al poder mágico y religioso de un grupo humano. Se narra en momentos específicos respetando su carácter sagrado, porque el mito no es cualquier historia, es una realidad viviente a la que se recurre constantemente para explicar las necesidades de una comunidad, la manera como concibe su existencia, como desea que se comporte el grupo o como imagina el mundo. De acuerdo con Eliade (1981), los mitos se clasifican en cuatro categorías:

  1. Mitos cosmogónicos: narraciones sobre el origen del mundo.
  2. Mitos de origen o de creación: narraciones sobre la creación de un nuevo ser o entidad en el mundo, por lo que son una prolongación de los mitos cosmogónicos.
  3. Mitos de renovación: narraciones sobre la reestructuración del mundo o la recreación cosmogónica.
  4. Mitos escatológicos: narraciones sobre el fin del mundo o de la humanidad.

 

Mitos de origen de los grupos étnicos colombianos

Nuestros pueblos aborígenes también han creado una inmensa variedad de mitos para esclarecer el origen de sus etnias, sus lenguas y sus territorios. Veamos a continuación algunos ejemplos de mitos de origen de los pueblos indígenas de Colombia, en algunos de los cuales se narra, en el mismo relato, el origen del territorio, de los elementos naturales y de las personas.

Estos son algunos de los mitos de los pueblos colombianos:

 

En la península de la Guajira

El grupo étnico wayuu habita en los desiertos de la península de la Guajira y en el vecino país de Venezuela. Es uno de los más numerosos del país, habla la lengua wayuunaiki y cuenta con una rica y variada tradición oral.

Mito de origen wayuu: E’ikiaipa:

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Sobre esta narración, Guillermo Ojeda Jayariyu, indígena wayuu y estudioso de su cultura, afirma: “Desde el punto de vista mitológico, el dios Juya guarda una estrecha relación con el entorno natural de los wayuu, y en su carácter de dios supremo está directamente asociado a la fecundación de la tierra y a la creación de toda forma de vida sobre la tierra, por consiguiente, se le considera el padre creador de todos los seres vivientes.

Dentro de esta perspectiva, los wayuu tienen una relación con la Madre Tierra, el territorio ancestral y las fuentes de agua dulce y salada, como la base física, cultural y espiritual de su existencia. Es en este sentido que el dios Juya personifica la bondad que germina y reproduce las diversas formas de existencias, las cuales hacen parte de todo el entorno natural. Hace presencia en forma de lluvia, que propicia la abundancia de las diversas cosechas, con las cuales se establecen relaciones más estrechas con su entorno ambiental.”

 

Región oriental de Colombia

Los indígenas achaguas y caribes han poblado tradicionalmente la región oriental de Colombia. Los achaguas pertenecen a la familia lingüística Arawak, mientras que Caribe es el nombre de toda una familia lingüística de proyección continental que abarcaba desde las Guyanas, en el norte de toda Suramérica, al sur del Amazonas.

Los caribes eran considerados antropófagos, y establecieron alianzas con los españoles para derrotar otros grupos indígenas con los que tenían enemistad ancestralmente.

 

Mito del pueblo achagua

Este mito explica el origen de los indígenas caribes, grandes rivales de los achaguas. Este mito afirma que la hija de del dios Purú exterminó la serpiente que estaba acabando con los achaguas y que de los gusanos que salían de la serpiente muerta brotaron o se originaron los caribes.

Narración sobre el origen de los indígenas caribes:

En el mundo de los achaguas hubo una serpiente que no solo los mataba a ellos, sino a todos los habitantes del Orinoco. Como estaba acabando con todos, imploraron a Purú, su dios creador, para que los socorriera. Hasta él llegaron y fueron escuchadas las plegarias.

Un día les envió a su hija, que mató a la culebra y la arrojó lejos. Los indígenas, felices por el acontecimiento, realizaron grandes festividades en honor de Purú y de su hija. Mientras bailaban y bebían, la culebra se podría, y de su cuerpo en descomposición brotaban por doquier gusanos que, una vez tocaban con su cuerpo la tierra, se convertían en indios caribes, sus posteriores inmortales enemigos.

Versión de Luis María Sánchez, publicado por Juan Carlos Alonso G. Obtenido de Mininterior.gov.co.

 

Mito de origen de la lengua carijona

El grupo indígena carijona, cuya lengua es tsahá, de los caribe, está asentado en el departamento del Guaviare, al sur de Miraflores.

El origen del lenguaje aparece en estos mitos como una característica que define a los seres humanos. Veamos algunos apartes del desarrollo de los mitos.

– Cuando el héroe mítico Kuwai se siente solo en el mundo del principio, talla una mujer de un árbol de laurel-comino. Recién creada la mujer, Waihochine (que tiene perfume de comino), no tiene voz ni vagina. Kuwai tendría que ingeniárselas para convertir a este ser en una mujer hablante y procreadora.

Los huérfanos Sol e Hijo-del-Huevo-de-Chupaflor son beneficiados por un par de “mujeres invisibles”, que no hablan y tampoco pueden tener descendencia. Al traerle a una de ellas su plato favorito, gusano mojojoi, pero muy cargado de ají, y haber acabado previamente con toda la bebida de la casa, la mujer se atraganta y se ve forzada a gritar por un trago de agua. Estas primeras palabras serán la introducción al lenguaje humano de un ser que antes era un ave y al ser despojada de su plumaje y aparecer con aspecto humano, fue forzada a inscribirse en el lenguaje.

Un cazador, del clan del Gavilán [Hiyanakoto] en camino hacia la maloca de unos parientes, encuentra un montón de huesos humanos debajo de unos arbustos. Lo ha conducido allí el canto de un paujil que invita a que lo cacen. El canto del animal se basa en el juego de palabras que podría ser el que se da en el lenguaje carijona entre las palabras ekeine: paujil (ave) y okoime: gran boa.

Cuando el cazador llega al lugar, descubre que es una gran culebra y que con este simulacro atrae a los cazadores para matarlos. Él mata la culebra, que cae al suelo, sobre los huesos de sus víctimas. El cazador sigue su camino, hace su visita, y a su regreso escucha ruido de gente y de actividad en el lugar. Cuando se asoma salen unos jóvenes a su encuentro llamándolo ‘papá, papá’. Del cadáver de la boa y de sus gusanos surgieron estos hombres, que reconocen al cazador como su progenitor. El lenguaje que hablan es el mismo que el del grupo de su ‘progenitor’ Hiyanakoto, con una ligera variación de pronunciación.

Tomado de: Robayo R., Camilo A. (1997). “El caso de la lengua carijona”. En: Lenguas Amerindias. Condiciones sociolingüísticas en Colombia. Instituto Colombiano de Antropología e Instituto Caro y Cuervo. Santafé de Bogotá, págs. 554-556.

 

Sur Andino de Colombia

En el departamento del Cauca habita el pueblo guambiano, cuya lengua es la guambiana o nam trik: se caracteriza también por ser uno de los pocos grupos que mantiene su traje tradicional.

Mito de origen del pueblo guambiano (misak)

En esta narración, los guambianos llaman “gente grande” (numisak) a los antepasados que se originaron en el agua; son los primeros hombres que llegaron a la tierra con la formación de las montañas, los ríos y las lagunas. Creen que el agua da vida, así como también destruye. En la actualidad, cuando nace un niño, se le da a beber el zumo de las plantas del conocimiento para continuar con sus tradiciones, pues al beber su jugo interiorizan el sentido, el saber del mundo.

Narración sobre el origen del territorio y los primeros hombres guambianos:

Primero era la tierra… y eran las lagunas, grandes lagunas. La mayor de todas era la de Piendamó (Nupirrapu), en el centro de la sabana, del páramo, como un corazón.

Primero eran la tierra y el agua. Del agua resultan cosas buenas y cosas malas. Allá, en las alturas, era el agua. Llovía intensamente, con aguaceros, borrascas, tempestades. En ese tiempo, todo esto era pura montaña, y los ríos hicieron profundas guaicadas (hondonadas entre dos montañas) cuando corrieron hasta formar el mar. Del agua también nació el kosrompoto, el arcoiris que iluminaba todo con su luz.

Allá arriba estaba él-ella, el Pishimisak, que encierra en su ser lo masculino y lo femenino, que a la vez se conforma en dos personajes: el Pishimisak propiamente dicho y el Kallim. El Pishimisak también ha existido desde siempre. Él-ella es el dueño de todo. Ya estaba allí cuando se produjeron los derrumbes que, arrastrando gigantescas piedras, formaron las guaicadas y que provocaron grandes heridas en las montañas.

De los derrumbes también salieron los humanos, que llegaron en las crecientes de los ríos. A estos nativos los nombraron los Pishau. Por debajo del agua venían las grandes piedras, encima de ellas venía el barro, la tierra, luego el agua sucia; en la superficie venía la palizada, las ramas, las hojas, los árboles arrancados y, encima de todo, venían los niños, chumbados.

En la gran herida de la tierra que dejaba el derrumbe, quedaba olor a sangre; es la sangre regada por la naturaleza, así como una mujer riega la sangre al dar a luz a un niño.

Los Pishau no eran otras gentes, eran la gente grande, los mismos guambianos que comían sal de aquí, de nuestros propios salados. Ellos ocuparon todo nuestro territorio, construyeron todo nuestro Nupirau antes de llegar los españoles. Era grande nuestra tierra y muy rica. En ella teníamos minas de minerales muy valiosos, como el oro que se encontraba en Chisquío, en San José y en Corrales, también maderas finas, peces, animales del monte y muchos otros recursos que sabíamos utilizar con nuestro trabajo para vivir bien.

Versión de Juan Carlos Alonso G. Obtenido de Mininterior.gov.co. Adaptación.

 

Región Amazónica colombiana

Mito de origen de la “Gente de centro”, pueblos amazónicos: andoques, boras, muinanes, murui-muina, nonuyas, okainas, resígaros.

Este mito narra el origen de varios grupos étnicos que salieron de la misma “cueva de los hombres”. Estos hombres, después de entrar en contacto con el cordón umbilical de Muruima y Muinama, convertido en anguila, se diferenciaron, dando origen las diferentes lenguas de los grupos étnicos de esta zona.

Narración sobre los primeros hombres y sus lenguas:

Por el lugar que se denomina “la vagina de la madre”, en el centro de la tierra, por esa abertura nacieron nuestros antepasados, salieron y se bañaron en el lago turbio.

La cueva por donde vinieron nuestros antepasados aún existe y se llama “Cueva de los hombres”.

El que salió primero fue Muruima y el segundo se llamó Muinama.

En ese entonces nuestros antepasados tenían cola, se parecían a los renacuajos. Pero a la orilla de la cueva por donde salieron los antepasados, había una avispa gigante llamada jaguar rojo. Este jaguar rojo fue el que cortó la cola a los primeros pobladores. Desde aquel momento, ya no tenemos cola.

En el denominado raeda, tronco en donde descansaron nuestros antepasados, los dos hermanos (Muruima y Miunama) estaban sentados. Su cordón umbilical, que se había desprendido en el líquido amniótico, se convirtió en la llamada “Anguila”. Entonces, el cordón umbilical de nuestros antepasados se convirtió en pez.

Los ojos de los hermanos estaban cerrados como los de un perro recién nacido. Pero cuando estaban sentados a la orilla, después de bañarse, Agaro Buinaima emergió del agua y sus ojos resplandecieron como un relámpago, brillo que les abrió los ojos a los hermanos.

Una vez que pudieron ver, intentaron capturar al animal para matarlo y comer carne. Lo señalaban diciendo bue?, mɨka?, mɨnɨka?, nɨpode?* Todas estas lenguas surgieron a partir de ese momento en la superficie de la tierra.

Nuestros antepasados no comieron del anguila, únicamente untaron su cuerpo con la sangre del pez. De ahí los nombres Muruima y Muinama, que traducidos quieren decir “untados”.

Luego continuaron llegando a la superficie de la tierra más antepasados de otras tribus, como por ejemplo los andoke, los okaina, los jimoma, entre otras.

A partir de ese momento nuestra madre se llama Madre tierra, también llamada Madre piedra.

*Cada una de estas expresiones significan ‘¿Qué es?’. Al mismo tiempo, cada una denomina una variedad dialectal uitoto.

Tomado de Becerra, Eudocio y Petersen, Gabriele. 2012. Curso de lengua bue (uitoto).

 

Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina

Este mito cuenta cómo el mar se volvió salado. Es una de las narraciones que son contadas a los niños isleños, que involucra elementos de su entorno, muy importantes para su cultura, como lo son el mar y el tradicional juego del dominó. Este tipo de narraciones afianza las costumbres de este grupo en la población más joven.

Narración sobre la salinidad del mar: El cocinero del Diablo

Había un hombre que trabajaba en un barco. Le llamaban el Cocinero del Diablo. Jugaba muy bien al dominó y sus compañeros le pedían que jugara por media hora antes de atender a los turistas. “Bueno”, decía, “jugaré media hora.” Se preguntaban cómo lo podía hacer.

También tenía un asistente al que le enseñaba todo lo que sabía, mientras trabajaban. Tenía un molino y él podía hablar con el molino y pedirle cualquier cosa que quería. El cocinero tenía un molino que le proporcionaba lo que pedía. Pero algo pasó un día. El cocinero bajó del barco y este zarpó dejando al cocinero en tierra y a su asistente a bordo.

Un día, el asistente vio que no había sal, así se dirigió a hablar con el molino para pedirle la sal. Le hizo una oración al molino y enseguida empezó a moler. Pero cuando ya había suficiente sal, no paró. ¡No pudo hacerlo parar! El molino siguió moliendo y moliendo y moliendo. Molió hasta llenar la cocina. Luego llenó la cabina ¡y el barco entero! Y el barco se hundió.

Hoy día, el molino sigue moliendo en el fondo del mar. Por eso, mientras más mar adentro vayas, más salado será el agua.

Hildreth Bent. Edición de los textos en español: Silvia Chaves-O’Flynn.