Don Ezequiel Uricoechea – Biografía

Por: Roberto Pinzón


 

(Bogotá, 1834 – Beirut, 1880)

 

Primeros estudios en su ciudad natal: seminario menor, donde terminó peleado con los curas (“Desde entonces conocí lo que son los tales frailes y los odio de todo corazón. Amén”); colegio de Lleras y profesores particulares.

 

En 1849 viajó a Estados Unidos y en 1852 se graduó de médico en Yale College (New Haven). Su tesis versó sobre la Cinchona, estudio de la quina según sus aspectos botánico y químico, precedido de una historia de los usos medicinales de la planta.

 

Luego viajó a Alemania, a Gotinga, por recomendación de Alexander von Humboldt, de quien era muy amigo. Allí se graduó en 1854 de doctor en filosofía y maestro en artes por examen y disertación sobre química y mineralogía.

 

Después viajó por Europa durante dos años y en 1855 estudió astronomía y meteorología en el observatorio astronómico de Bruselas bajo la dirección de M. Quetelet.

 

Regresó en 1857 a Colombia y durante diez años desempeñó la cátedra de química en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. (Dato definitivo: desde el 20 de agosto de 1860, Rufino José Cuervo tomó lecciones de alemán con él. Pocos ejercerán tanta influencia sobre Cuervo como Uricoechea.) Aquí fundó la Sociedad de Naturalistas Neogranadinos para continuar las tareas de Mutis y Caldas, cuyo órgano era la revista Contribuciones de Colombia a las Ciencias y a las Artes (1860-1861), y fue uno de los gestores de la tertulia El Mosaico, a cuya revista hizo numerosas contribuciones sobre los temas más diversos. También realizó excursiones científicas por diversas regiones de la patria y ahondó en el estudio de las antigüedades etnológicas de los primeros moradores de la Nueva Granada, se interesó por las lenguas de los aborígenes y recogió gramáticas y catecismos, investigó sobre bibliografía colombiana y, en compañía de José Caicedo Rojas y José María Vergara y Vergara, trató, sin conseguirlo, de elaborar un Diccionario biográfico neo-granadino, “compilación en apuntamientos breves, pero ordenados y metódicos, de las noticias biográficas relativas a granadinos que […] se han distinguido […] o que de cualquiera manera han sido útiles a la humanidad en general o a su patria en particular”.

 

En 1868, no obstante, aburrido de “guerritas” y de desorden y decepcionado de las envidias y las incomprensiones de sus compatriotas y de la falta de ambiente para sus tareas científicas, viajó de nuevo a Europa. Jamás retornaría a su patria.

 

Desde entonces, París se constituyó en el foco de su actividad y de su vida. Sin embargo, en sus cartas a Cuervo lo vemos trasladarse de un lugar a otro: Londres, Alemania, Rotterdam, Leyden, La Haya, Ámsterdam, Amberes, Bruselas, Madrid…, siempre con proyectos científicos de las más variadas suertes.

 

En 1878-1879 tuvo lugar el primer viaje de Cuervo a Europa. ¡Cómo sería su encuentro con Uricoechea en París!

 

No se sabe bien desde cuándo estuvo don Ezequiel “metiéndole al árabe”; lo cierto es que en 1878 llegó a ser el primer profesor de esa lengua de la Universidad Libre de Bruselas. En 1880, al terminar con éxito el curso, resolvió aprovechar las vacaciones para hacer un viaje a Siria. Al parecer en Damasco lo atacó una fuerte enfermedad; se trasladó entonces a Beirut, y allí lo alcanzó la muerte, a los 46 años de edad.

 

Uricoechea, quien, en sus propias palabras, no fue toda su vida “sino un simple estudiante” —pese a que, sin proponérselo, desempeñó con excelencia la “carrera de maestro de escuela”, como denominaba la docencia— y en quien confluyeron, entre otras figuras, el naturalista, heredero del legado de la Expedición Botánica, y el lingüista, precursor de una generación de notables filólogos, dio a conocer con honores el nombre de Colombia en el mundo. Fue además arqueólogo —Memoria sobre las antigüedades neo-granadinas (Berlín, 1854), cartógrafo —Mapoteca colombiana (Londres, 1860), astrónomo, químico, mineralogista —Elementos de mineralogía (Bogotá, 1859)—, etnólogo —Gramática, vocabulario, catecismo y confesionario de la lengua chibcha, según antiguos manuscritos anónimos e inéditos, aumentados y corregidos (París, 1871)—, geógrafo, bibliógrafo —Bibliografía colombiana (1874, proyecto inconcluso)—, filólogo —“Voces del Quijote que faltan en el Diccionario de la Real Academia Española” (El Mundo Americano, 1875)—… y hasta numismático. Pero, sobre todo, colombianista y americanista acérrimo e insigne.

 

Aparte de fundador y presidente de la de Naturalistas Neogranadinos —de que fueron socios honorarios, entre otros notables científicos extranjeros, Jean-Baptiste Boussingault, Friedrich Wöhler y Charles Darwin—, Uricoechea fue miembro honorario de la Sociedad de Geografía y Estadística de Méjico, socio de las Geológicas de París y de Berlín y de la Zoológico-botánica de Viena.