Dialectología tradicional, sociolingüística laboviana y geolingüística trudgilliana: tres aproximaciones al estudio de la variación

Por: Gloria Andrea Córdoba Henao


J. M. HERNÁNDEZ CAMPOY, “Dialectología tradicional, sociolingüística laboviana y geolingüística trudgilliana: tres aproximaciones al estudio de la variación”, E.L.U.A., Universidad de Murcia, 9 (1993): 151-181*

A partir de una juiciosa revisión de los estudios tradicionales y actuales acerca del lenguaje en sociedad, el artículo aquí reseñado presenta tres perspectivas de la variación fonética y el cambio lingüístico con el propósito de evidenciar el carácter complementario de estas orientaciones y sus métodos.

La dialectología tradicional

A lo largo de este artículo, Hernández nos lleva a un recorrido por los distintos estadios por que han pasado los estudios de la variación lingüística. En primer lugar retoma los estudios dialectológicos tradicionales y resalta la tarea del alemán George Wenker, quien desarrolló en 1876 el primer estudio dialectológico moderno y publicó en 1881 el primer altas lingüístico de Alemania, titulado Sprachatlas des Deutschen Reichs, con lo que se consagró como pionero de los estudios regionales sistemáticos de las variaciones del habla. El propósito de este atlas era marcar las delimitaciones geográficas de cada una de las variaciones analizadas, con la idea de trazar mapas de usos lingüísticos. Así se llevó a cabo el primer trabajo de identificación de isoglosas e isófonos; es decir, de fronteras dialectales.

Más adelante, el autor hace una reseña de los atlas dialectológicos que se elaboraron sucesivamente bajo esta influencia, entre los que se encuentra el atlas lingüístico de Francia (1910), dirigido por Jules Gilliéron, quien hizo aportes metodológicos a diferentes trabajos realizados en América y Europa, entre los que resalta los atlas dialectales de Norteamérica. Aclara que estos trabajos fueron enriqueciendo los estudios dialectales del mundo al asumir enfoques semánticos, fonéticos y hasta etnográficos.

Entre los aspectos de los trabajos de la dialectología tradicional que más resalta el autor están los modelos dialectales que, según los dialectólogos de la época, más regularidad presentaban —núcleos centrales, áreas focales, áreas de transición, haces de isoglosas, cuñas de avance y áreas remanentes— y que demostraron que la diversidad dialectal de un territorio no consiste en una diferencia sino en una gradación de variaciones de un sistema que forman un continuo dialectal geográfico:

En realidad no existen los dialectos y por tanto tampoco las barreras dialectales; en lugar de eso, lo que sí hay es un cambio gradual continuo y acumulativo a través del campo. No hay ningún corte en la cadena de intercomunicación de una a otra, sino, por el contrario, una acumulación que al final se traduce en inteligibilidad en ambos extremos de la cadena. La paradoja es que hay diferencias dialectales en los extremos, pero entre ambos solo hay un área de transición continua sin límites y sin “dialectos locales” propios (cf. Francis 1983: 152)
Para reforzar esta idea, Hernández presenta apuntes de 1986 de Peter Trudgill sobre el caso del continuum dialectal románico oeste en la península Ibérica.

Después de realizar este recorrido por los principales aportes de los estudios dialectales tradicionales, Hernández presenta la transición teórica y metodológica que marca el paso de la dialectología a los estudios dialectológicos urbanos, en donde la sociolingüística entra a desempeñar un papel importante en la comprensión de los aspectos sociales y culturales que constituyen a los grupos particulares.

La sociolingüística

En este apartado, Hernández afirma que, en la vertiente de los estudios sociolingüísticos, los variacionistas —también conocidos como correlacionales, lingüística secular o lingüística cuantitativa— se encuentran estrechamente relacionados con la dialectología tradicional, debido a que, además del componente geográfico, los dialectólogos tuvieron en cuenta la dimensión social e incorporaron a sus estudios variables de tipo social para tomar las muestras de registro. Después de la segunda guerra mundial, la mayoría de la población se trasladó a las grandes urbes, y no tenerlas en cuenta era dejar de lado los aspectos lingüísticos presentes en el habla de la mayoría de la población. Sin embargo, los métodos de la dialectología tradicional no daban abasto para tratar las metrópolis; así surgió la dialectología urbana, en que se combinan elementos de la dialectología tradicional y aspectos sociales en una dimensión sincrónica.

Los dialectólogos urbanos que reconocieron esta realidad se vieron forzados, por tanto, a dilucidar cómo podrían describir de manera completa y precisa el habla de las grandes ciudades. En respuesta a este problema, la dialectología urbana se convertiría concretamente en la sociolingüística (sociología + lingüística).
Es así como toman fuerza los estudios de William Labov, ya que este, según cita Hernández a Trudgill, “aplica metodologías cuantitativas y analíticas de la sociología en una comunidad lingüística heterogénea con resultados que tuvieron diversas e importantes implicaciones teóricas para la teoría lingüística”. De esta manera, la sociolingüística se consolida como la disciplina que tiene como objetivo principal describir exhaustiva y representativamente la variedad de habla local de un sector urbano, convertida definitivamente, al parecer, en una disciplina “urbana”.
En los estudios sociolingüísticos se reconoce que, al igual que los regionales, también existen los dialectos sociales, llamados “sociolectos”. Esto significa que distintos grupos sociales usan ciertas variables de acuerdo con la situación en que se encuentran, jugando con aspectos como el prestigio, la conveniencia, la actitud hacia los otros e incluso los sistemas de poder que estén en juego.

Para ejemplificar el cruce de variables sociales y lingüísticas —en el caso de Labov, fonológicas—, Hernández presenta algunas muestras estadísticas tomadas de los estudios llevados a cabo en Nueva York por este autor. En otros estudios, las variables fueron estilísticas y, en otros, únicamente de clase social. Hasta ahora podemos concluir que los estudios de dialectología urbana —hoy, sociolingüística— se complementan con algunas técnicas de análisis e integran aspectos de la sociología, lo cual lleva a esta disciplina a interesarse en otros aspectos de la variación, que van del campo diatópico al diastrático y al diafásico.

Los estudios labovianos, aclara el autor del artículo —y es importante tenerlo en cuenta—, no solo han servido para establecer cuestiones de variación y determinar su relación con la estructura social de un determinado lugar; también han contribuido a identificar aspectos que apuntan más a la conocida sociología del lenguaje, en que, a través de los aspectos de variabilidad de una lengua, se ha demostrado que aquella puede ser importante o incluso esencial en aspectos como la militancia étnica o racial.

La geolingüística

Al iniciar este apartado, Hernández resalta una importante distinción conceptual de Peter Trudgill y Jack Chambers que aclara que la geolingüística es la confluencia de tres áreas: la geografía lingüística (dialectología), la dialectología urbana (lingüística secular) y la geografía humana (geografía). Esta distinción surgió como respuesta a los estudios descriptivos de la dialectología. Trudgill aclara que los dialectólogos “no deben contentarse con describir la distribución geográfica de los rasgos lingüísticos distintivos sino que también deben ocuparse de explicar esta distribución”.

Al utilizar las técnicas cartográficas de la geografía —en particular, de la geografía humana—, los estudios dialectológicos, aclara Hernández, pueden representarse y leerse en mapas, con lo que se facilita el análisis posterior de sus taxonomías.

Así, la geolingüística, según Hernández, nos permite perfeccionar nuestro conocimiento de los cambios lingüísticos en un espacio determinado y su difusión a otros, aplicando los elementos básicos de la dialectología, las técnicas y relaciones de la sociología y la comprensión humanogeográfica de la producción social del espacio y de la intervención del lenguaje en él, para entender cabalmente cómo y por qué se dan y cómo se desplazan los fenómenos macroscópicos de variación lingüística.

En conclusión, este artículo permite reconocer los diferentes estadios por los que ha pasado el estudio de la variación y el cambio lingüístico a partir de sus concepciones teóricas, análisis de datos y representaciones espaciales. Suponiendo que la integración de componentes de cada una de estas tendencias investigativas contribuya a un análisis más completo y detallado de los estudios sociolingüísticos, retomando aspectos de la difusión lingüística, el análisis cuantitativo de datos y las representaciones cartográficas modernas que permiten interpretar de forma complementaria los datos, al combinar en los estudios del lenguaje categorías de la geografía moderna y de la sociología.