Contacto de lenguas: español e inglés

Por: Carlos Patiño Rosselli


 

Desde época relativamente reciente -mediados del siglo pasado-, se ha constituido en la Ciencia del lenguaje un nuevo campo que, bajo el nombre de Contacto de Lenguas, tiene por objeto específico el estudio de estos encuentros interlingüísticos y de las consecuencias que acarrean.

Las causas y la naturaleza de las relaciones entre pueblos o grupos son, claro está, de naturaleza muy variada y van desde la política, la guerra y la colonización, factores preponderantes en el pasado, hasta el comercio, la tecnología y el turismo que florecen en nuestros días.

Igualmente variadas son las consecuencias del contacto de lenguas. La implantación de un idioma extraño en un territorio puede conducir a la extinción de las lenguas locales, como ocurrió (salvo los casos del vascuence y el bretón) en España y Francia, por ejemplo, con los vernáculos ibéricos y celtas al adoptarse el latín. Y, sin ir tan lejos, la imposición y generalización del español en este país redujo notablemente el rico mosaico lingüístico aborigen que, con gran sorpresa, encontraron aquí los Conquistadores.

En otros casos el resultado no es la extinción sino una huella más o menos considerable de una lengua sobre la otra, de lo cual hay innumerables ejemplos: el aporte del griego al latín, del francés (normando) al inglés, del árabe al español, del español al quechua y muchos otros idiomas amerindios, del turco a las hablas de los Balcanes, del chino al japonés, etc.

El otro extremo, contrario a la extinción de lenguas, es el nacimiento de un nuevo idioma como fruto del encuentro interlingüístico; así se explica la génesis de los códigos llamados ‘criollos’, que son producto de la expansión europea por diversas partes del mundo.

En la época presente, circunstancias como la globalización, los bloques internacionales (caso de Europa), los formidables avances en las tecnologías de las comunicaciones, la facilidad de viajar, etc., ponen a la orden del día el tema del contacto de lenguas. En países como Colombia esta cuestión tiene que ver prioritariamente con la relación entre nuestro idioma nacional y el inglés, que por razones conocidas se ha convertido en una especie de superidioma internacional.

La fuerte penetración actual de esta lengua en nuestro medio es un hecho patente y así lo muestran fenómenos como la chocante proliferación de nombres y anuncios en inglés en almacenes y otras clases de establecimientos, el notorio aumento de institutos para la enseñanza de este idioma, la acogida de que gozan los colegios que se anuncian como “bilingües”, el requisito de saber inglés para conseguir empleo en muchas áreas, la jerga bilingüe de diversos campos profesionales, los frecuentes anglicismos que se leen o escuchan en los medios de comunicación, etc. Se sabe de colegios respetables y tradicionales -que no se presentan como “bilingües” -en los cuales, sin embargo, la clase de ciencias se dicta en inglés y están en esta lengua los textos correspondientes.

Pareciera que una mentalidad esnobista o mal orientada impide ver, en el terreno de la educación, que es la lengua materna la que debe ser el principal vehículo de la formación de niños y adolescentes y que, por lo tanto, es ella la que debe recibir la máxima atención.

Con la presente entrega del Vigía del idioma queremos propiciar -especialmente en los círculos educativos- una actitud de reflexión y análisis crítico respecto de la incidencia perjudicial que esta fiebre del bilingüismo pueda tener sobre nuestra propia identidad cultural y sobre la vigencia y correcto empleo de nuestra lengua española, especialmente por lo que atañe a la juventud.